A partir del lunes, los no vacunados en la región austriaca de Alta Austria comenzarán a cumplir con un confinamiento especialmente diseñado para ellos. Las personas que no puedan acreditar haber sido vacunadas como mínimo hace dos semanas no podrán salir a la calle si no es para trabajar, comprar productos de primera necesidad, ir al médico o dar un paseo al día. Controles callejeros se ocuparán de verificar que solamente personas vacunadas acceden a restaurantes o bares, a zonas comerciales o a servicios, aunque los críticos de la medida dudan que sea efectivamente posible comprobar en todos los casos. Y se trata de una decisión pionera que será seguida en el resto del territorio. Austria es uno de los países europeos con menor tasa de vacunación.

Solo alrededor del 64% de la población tiene puestas las dos dosis y actualmente bate récord de contagios desde el inicio de la pandemia, con unos 12.000 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en siete días. La región de Alta Austria resulta especialmente afectada y sus hospitales se han visto obligados a retrasar 352 operaciones de quirófano solamente en los últimos nueve días. Esta presión hospitalaria es la que ha llevado al gobierno regional a implementar por primera vez esta medida, que después ha sido imitada por Salzburgo. Ahora es el gobierno central el que ha decidido seguir ese mismo paso.

El canciller de Austria, Alexander Schallenberg, ha convocado una sesión extraordinaria del parlamento, que tendrá lugar el domingo y en la que espera una votación a favor del confinamiento para no vacunados en todo el país. «El objetivo es claro, dar el visto bueno a un confinamiento nacional para no vacunados que permita reducir el índice de contagios», ha anunciado. Para que la medida pueda ser aplicada debe ser aprobada por el Parlamento y por los gobiernos regionales. El Consejo Nacional es el encargado de redactar la ordenanza correspondiente. El experto en Derecho Constitucional, Bernd-Christian Funk, ha cuestionado que el encierro solo para no vacunados se ajuste a la ley fundamental austriaca y, en todo caso, señala que será muy complicado monitorear el cumplimiento de esa norma, pero el gobierno prefiere arriesgarse y al menos «ganar tiempo».

El ministro austriaco de Sanidad, Wolfgang Mueckstein, ha anunciado además este viernes otra medida que lleva un año evitando, la vacunación obligatoria para el personal sanitario. «Están poniendo en marcha todas las medidas que habían esquivado hasta ahora, obligados por la situación y por la baja tasa de vacunación», explica Bernd Lamprecht, jefe de Medicina Pulmonar del Hospital Universitario de Linz, que confirma que «los hospitales se están quedando sin tiempo».

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