Hondureños se plantean la posibilidad de salir en caravanas hacia El Salvador para vacunarse contra el covid-19

Dado que el proceso de vacunación en Honduras es tortuoso y lento, hondureños planean una travesía, de ser necesario, ilegal que tiene como finalidad vacunarse contra el COVID19 pues, a más de 14 meses en Honduras, sus embates siguen siendo cada vez más recios.
Una publicación de El Heraldo Plus, señala que pretenden realizar caravanas para aventurarse por puntos ciegos en la frontera, los hondureños que también tienen nacionalidad salvadoreña aprovecharían esa alternativa para ser parte del acelerado proceso de vacunación contra COVID19 en la nación cuscatleca que ya registra más de un millón de personas inmunizadas con la primera dosis y casi 600,000 con las dos vacunas.
EL HERALDO Plus recorrió los municipios fronterizos con El Salvador, como Goascorán, Langue, Alianza y Aramecina, en el departamento de Valle, al sur de Honduras, y corroboró que decenas de familias, así como personas por cuenta propia, se organizan para salir en caravanas, ya sea por la vía legal o ilegal, hacia la nación hermana.
Las caravanas agrupan a hondureños pobres que también cuentan con la nacionalidad salvadoreña y a muchos otros que solo son indígenas de Honduras, pero el denominador común es la búsqueda de la fórmula.
La causa de la ruta ilícita es sencilla: por la aduana se les exige la Prueba de Cadena Polimerasa en tiempo real (RT-PCR) que no cuesta menos de $100 dólares en un laboratorio certificado (parte del requisito), dinero que, de acuerdo con los pobladores, no está en sus bolsillos.
El motivo, el principal, se debe a que en Honduras el proceso de vacunación avanza con morosidad: hasta el 21 de mayo, según la Secretaría de Salud, han sido vacunadas un poco más de 136,000 personas, el 2.3% de la población elegible, que es de 5.7 millones de Con mucha más fe que dinero y más esperanza que probabilidades, jóvenes mayores de 18 años, adultos y personas longevas con discapacidades y patologías, con la doble nacionalidad o solo con una, a su merced intentarán ingresar a El Salvador para recorrer cientos de kilómetros con el anhelo de llegar al primer centro de vacunación más accesible para ser inoculados contra el covid-19.
Es aquí donde se junta el derecho que tienen los hondureños que también son salvadoreños a la vacuna con la cruel pobreza a la que están sometidos.
Agustín Flores, un hondureño de 77 años que posee la nacionalidad salvadoreña, empuja su andador para caminar producto de la artrosis que padece bajo el abrasador sol en Goascorán, a 143 kilómetros de Tegucigalpa. Él pretende ir al vecino país para recibir la primera dosis de la vacuna contra el covid-19, confesó a EL HERALDO.
El problema que frena su plan son los $100, que necesita como mínimo para realizarse una RT-PCR que confirme o descarte el virus en su organismo y, así, poder ingresar a territorio guanaco.
“Uno tiene que tomar la decisión. Tengo que hacerlo porque es un método de supervivencia, una forma de abrazar la vida, pero no tengo el dinero. Espero conseguirlo”, cuenta el hombre que pese a su impedimento físico sale a caminar diariamente durante 40 minutos.
Hace un año venció el COVID19 y, actualmente, no está dispuesto a volver a infectarse, “por lo que tengo que hablar con mis hijos para que me ayuden con el dinero que necesito”.
Para Fredy Alvarado, de 56 años, la situación es distinta: no cuenta con la nacionalidad salvadoreña, por lo que su única alternativa para lograr lo antes posible la primera dosis de la vacuna es tratar de entrar a la nación cuscatleca por medio de las caravanas integradas por otros hondureños con sus mismas condiciones.
“Tenemos que irnos (en) las caravanas porque en nuestro país el proceso de vacunación va para largo y el COVID19 sigue su paso cada vez más fuerte. Si en mi país no encuentro la solución, yo tengo que buscarla. Esta es una forma de buscar la vida”, argumentó.
“Honduras tiene pocas vacunas, no ajusta para todos”, comentó. “Cruzaremos por el río Goascorán si es necesario para buscar una dosis de la vacuna en El Salvador”, añadió.
Y, mientras la gran mayoría aspira a inmunizarse, hay varios hondureños que cuentan con la doble nacionalidad que aprovecharon esa condición privilegiada para lograr la primera dosis.
Steven Zambrano, de 37 años, y su esposa Claudia David, de 42 (nombres irreales), por ejemplo, precisaron a EL HERALDO que recorrieron 334 kilómetros desde Tegucigalpa hasta San Salvador para que les aplicasen la primera dosis.
“Gracias a Dios que teníamos los medios para vacunarnos. Fue un viaje cansado porque nos fuimos en carro y costoso, pero por la salud hay que hacer todo lo posible”, comentó Zambrano, quien gastó al menos $400 lempiras en su viaje.